Un entorno en el que la formación del género femenino queda en un segundo plano cuando la mujer demanda empleo

Lidia Sokolete Bolekia es una joven luchadora de 27 años que vive en el barrio malabeño de Sampaka y madre soltera. Ahora está desempleada pero aun así, no deja de luchar, tiene dos cabezas que alimentar —su hija y su sobrino— y una vida que mejorar; por esas razones no se cansa de buscar empleo; en gran parte, se vale de las plataformas digitales para esa tarea.

Lidia es peluquera y también estudió algo sobre la atención al cliente y manipulación de alimentos, pero por falta de empleo en ese sector, en estos últimos años se dedica a trabajar como camarera de bares.

En su búsqueda de trabajo, nuestra protagonista un día hurgó en facebook y en dicha plataforma se encontró con un anuncio que decía: 'se necesita una camarera en Malabo'; ante tal oferta tentativa decidió escribir al contacto en cuestión para saber más sobre la misma.  Según nuestra interlocutora, “ en su perfil configuraba la foto de una chica, pensé que era bueno chatear con la persona”, nos explica la joven.

"No solo tenía en su perfil la foto de una chica, sino que también el nombre era de mujer", nos cuenta Lidia. "Le escribí: 'hola, por favor, ¿me puedes decir dónde se encuentra el local?' acto seguido, me pasó su contacto telefónico sin más"

Lidia Sokolete, en seguida le envío un mensaje a la persona por Whatsapp, mensaje que tuvo contestación en la mañana del siguiente día. "Me pidió la foto entera —perfil panorámico— se la envié, con la idea de que necesitaba un perfil de chica para el bar", prosigue.

Después de que Lidia mandara la foto al contacto del responsable del reclutamiento, se quedó la joven dormida. “cuando me desperté y abrí el chat, me encontré con un mensaje escueto: sexo”, relata Lidia a Diario Guinea 24.

El sujeto con el que interactuaba Lidia puso como condición relacionarse sexualmente con la joven, requisito que, según aquel hombre, “garantizaría” un contrato laboral a la joven.

"Sorprendida, le pregunté: '¿de qué vas?' y, volvió a responder lo mismo: 'sexo' para garantizarme un contrato. En un primer momento, le dejé en visto, pero luego volví a retomar el chat", cuenta la joven de 27 años entre sollozos.

Lidia se armó de valor y se vio obligada a grabar un audio a aquel sujeto que le pedía sexo a cambio de ofrecerle trabajar de camarera. "Me descontrolé y empecé a insultarle; después de los insultos, le bloqueé" finaliza la alocución.

Manifiesta que se quedó furiosa tras aquella desagradable conversación con el «pervertido» empresario, por lo que para desahogarse, decidió contárselo al Diario Guinea 24. 

Como Lidia, un elevado porcentaje de mujeres sufre ese trato deplorable en el momento de demandar empleo en la sociedad ecuatoguineana. Pero como ella, también hay mujeres que anteponen su honor y dignidad sobre todas las demás cosas y deciden plantarle cara a la amenaza.

En los últimos 10 años, la mujer se ha esforzado por estar a la altura de las actuales expectativas en casi todos los campos; de ahí que en la actualidad, en escuelas profesionales, así como las universidades de Guinea Ecuatorial, no solo destaca la presencia femenina en las aulas y como egresadas, sino que en la actualidad hay carreras en las que hay mayor número de mujeres que hombres; lo que denota la voluntad de ese género en el campo del empoderamiento y posterior emprendimiento; pero la realidad sigue siendo otra en el momento de salir a buscar empleo, la mujer se encuentra con un requisito que no aparece generalmente en los formularios de solicitud de empleo: «Sexo»

Tal vez cuando la mentalidad de muchos hombres deje de estar anclada en aquel tiempo remoto, cuando la mujer solo era un objeto sexual, tendríamos una sociedad mayor evolucionada; una enseñanza que debe partir desde la cuna.

Como nuestra interlocutora Lidia, animamos  a todas las mujeres  que se vean en esta situación, a denunciar dichos casos tanto ante los medios de comunicación social como ante las autoridades competentes.