Opinión

Educar en el silencio: lo que el mundo ignora sobre Guinea Ecuatorial

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Por Manuel Esono Biká

En un rincón del continente africano, donde el mapa se arruga por olvido geopolítico y las estadísticas se evaporan antes de ser contadas, late un país de habla hispana con nombre propio: Guinea Ecuatorial. Decir que la educación en este país es invisible para el mundo, es quedarse corto; es, en muchos aspectos, un sistema educativo que ha aprendido a sobrevivir sin el ruido de la opinión internacional ni el eco de reformas que nunca llegan.

Este articulo no es un análisis frío de cifras. Es una mirada desde dentro; un testimonio disfrazado de crónica. Una invitación a entender que la educación no siempre es una prioridad, sino una estrategia de control.

Una herencia envenenada

La independencia de Guinea Ecuatorial en 1968 no trajo consigo una revolución educativa, sino una transición de estructuras coloniales a formas más sutiles de dominio. El sistema educativo heredado de España continuó intacto en sus formas, pero vaciado de contenido crítico. Durante las primeras décadas de independencia, el analfabetismo fue combatido con más propaganda que pedagogía. La figura del maestro se convirtió en funcionario ideológico antes que en agente de transformación. 

La escuela, en muchos rincones del país, fue un espacio de repetición mecánica, no de pensamiento. Y la lengua, el español oficial, se utilizó más para uniformar que para liberar.

El aula como espejo del poder

El modelo educativo vigente responde a una lógica vertical, jerárquica y poco inclusiva. Las escuelas estatales están marcadas por la carencia: escasez de material didáctico, profesores mal pagados, aulas hacinadas y ausencia de metodologías activas.Pero lo más preocupante no es la falta de recursos, sino la ausencia de una visión pedagógica transformadora. La escuela, en lugar de cuestionar las desigualdades, las reproduce. En lugar de empoderar, somete. Se premia la obediencia, no la creatividad. Se castiga la duda, no la ignorancia.

La trampa del bilingüismo

Aunque oficialmente se declara un país bilingüe (español y francés), en la práctica esto se traduce en una presión innecesaria sobre estudiantes y docentes que no dominan ninguno de los dos idiomas como lengua materna. Las lenguas autóctonas (bubi, fang, ndowe, annobonés, etc.) están ausentes del currículo oficial, cuando no estigmatizadas.

Educar sin la lengua propia es como aprender a respirar en otro cuerpo. La descolonización no puede ser real sin una revolución lingüística. Y en Guinea Ecuatorial, esa revolución está pendiente.

Tecnología sin pedagogía

En los últimos años, se ha hecho una apuesta por introducir tecnología en las aulas. Sin embargo, la digitalización no ha venido acompañada de una formación docente adecuada ni de un cambio metodológico real. Tablets sin internet. Proyectores sin luz. Plataformas sin contenidos. La brecha no es solo digital, es también epistémica.

Docentes: entre la vocación y la precariedad

Ser maestro o profesora en Guinea Ecuatorial es, muchas veces, un acto de resistencia. Salarios bajos, inestabilidad laboral, falta de capacitación continua y una burocracia que asfixia cualquier iniciativa innovadora. Sin embargo, en medio de este paisaje árido, hay educadores que siembran esperanza: que escriben sus propios libros, que enseñan bajo un árbol, que usan la cultura local como herramienta de aprendizaje.

Son estos docentes los verdaderos arquitectos de una educación alternativa que no necesita permiso para florecer.

Una propuesta desde el silencio

Quizá el cambio no venga desde arriba. Quizá la revolución educativa en Guinea Ecuatorial empiece desde el aula, desde el maestro que se niega a callar, desde la niña que pregunta, desde la madre que exige.

Hablar de educación en este contexto es también hablar de derechos humanos, de justicia social, de identidad. No se trata sólo de cambiar libros, sino de cambiar miradas. No se trata sólo de formar estudiantes, sino de formar ciudadanos críticos capaces de imaginar un país distinto.

Este ensayo es una ventana, una invitación a mirar donde pocos miran. Porque educar en el silencio no significa callar. Significa resistir.


Sobre el autor: rapero, actor y escritor ecuatoguineano, comprometido con la transformación educativa desde la base.

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