Una historia de amor, ausencia y la esperanza de un reencuentro. Arriba, la foto de Inocencia en brazos de su padre, uno de los pocos recuerdos que tiene la niña de su progenitor Constantino Ondo.
Por: Joal Ondo
A veces, el amor no se mide por los años compartidos, ni siquiera por las promesas que quedaron en el aire. A veces, el amor persiste en el silencio, en la espera, en el rostro de una hija que, desde la distancia, solo desea pronunciar con certeza una palabra: papá.
Han pasado cerca de 13 años desde que una joven ecuatoguineana cerró sus ojos para siempre en España. Dejó una hija pequeña, de apenas dos años, y una historia inconclusa con el hombre con quien compartió su vida: Constantino Ondo, conocido también como Suzu (Natural de Akonibe). Como si el destino se propusiera ocultarlo entre las calles de Guinea Ecuatorial, desde entonces no se ha vuelto a saber nada de él.
La pequeña, Inocencia Catalina Obama Ondo, ha crecido bajo el cuidado de la familia materna. Hoy, a sus 15 años, vive en una adolescencia marcada por una pregunta que se repite con insistencia, casi como una plegaria:
¿Dónde está mi padre? Y nadie sabe responder
El tío materno de la niña, hoy de 36 años, ha contactado con Diario Guinea 24 con una petición sencilla, pero profundamente humana: ayudarle a encontrar a Constantino. “La última vez que supe de él yo tenía 19 años. Me duele ver cómo mi sobrina, desde España, no deja de buscar un rostro, una voz, una historia que la conecte con su padre”, nos confiesa con la voz quebrada por los recuerdos.
Esta no es solo una historia de ausencia. Es una historia de amor truncado, de promesas que quizá no pudieron cumplirse, pero también de una hija que se aferra al hilo invisible que une el corazón de un padre con su niña. Aunque no se conocen, aunque los años hayan pasado como tormentas de polvo entre ambos, hay algo que permanece: el deseo de volver a encontrarse.
Quizá Constantino no sabe que su hija le espera. Quizá ignora que, allá lejos, en alguna ciudad española, una adolescente escribe cartas que nunca ha podido enviar. Este reportaje no busca culpables. Solo quiere tender un puente. Porque el amor, a veces, necesita un empujón para volver a florecer.
Si usted, lector, conoce a Constantino Ondo (Suzu) o puede aportar información sobre su paradero, este puede ser el momento de devolver a una hija la posibilidad de conocer a su padre. Porque detrás de cada ausencia, puede haber un reencuentro.
Y a veces, solo a veces, la vida concede una segunda oportunidad al amor.
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