El presidente reafirma el legado del 3 de agosto como punto de partida para la paz, el desarrollo y la transformación de Guinea Ecuatorial, destacando el papel fundamental de las Fuerzas Armadas y de la Seguridad del Estado en la historia contemporánea del país.
En el marco de la conmemoración del 46º aniversario del 3 de agosto de 1979, el Golpe de Libertad, el jefe de Estado ecuatoguineano, Obiang Nguema Mbasogo, pronunció un discurso solemne en el que reivindicó el papel de las Fuerzas Armadas y de la Seguridad del Estado como actores fundamentales en la transformación política, social y económica del país desde la caída del régimen de los 11 años Macías Nguema Biyogo, como presidente del país.
Durante su alocución, Obiang Nguema Mbasogo recordó los difíciles años previos al Golpe —calificado como un periodo de triste memoria. Según sus palabras, fue un periodo en el que reinó la opresión “opresión, anarquía política, sistemáticas violaciones de derechos humanos y un empobrecimiento económico extremo”. En ese contexto, reivindicó el levantamiento militar de 1979 como un acto de rescate nacional frente al “clamor del pueblo” y como punto de inflexión hacia “la recuperación de las libertades, los derechos y la dignidad humana”.
El presidente ecuatoguineano enfatizó que desde entonces, el país ha conocido una estabilidad sin precedentes, destacando que “Guinea Ecuatorial ha pasado de ser una nación aislada y repudiada a convertirse en un referente de desarrollo, bienestar y paz”. También subrayó que el país es hoy “anfitrión de grandes eventos internacionales” y una nación que acoge inmigrantes “repartiendo equitativamente sus beneficios económicos sin discriminación”.
Dirigiéndose específicamente a los nuevos graduados de las Fuerzas Armadas y la Seguridad del Estado, el mandatario los exhortó a mantener los valores de “heroísmo, patriotismo y disciplina”, así como a ser garantes de la integridad territorial y de los derechos del pueblo. “La paz no es un regalo de la naturaleza —dijo— sino una recompensa del esfuerzo colectivo”, señalando que su mantenimiento exige vigilancia y contundencia por parte de los cuerpos castrenses.
El discurso concluyó con una arenga a las tropas para reafirmar su compromiso con la estabilidad del país, culminando con vítores a las Fuerzas Armadas, en un acto simbólico que también sirvió para rendir homenaje a quienes ofrecieron sus vidas en defensa de la nación.
Con esta intervención, el presidente consolidó su relato institucional en torno al 3 de agosto como una fecha fundacional del orden político vigente, reforzando al mismo tiempo el papel de las fuerzas militares como pilar esencial del modelo de Estado.
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