El 13 de marzo de 2013, el mundo católico se sorprendió con el anuncio: “Habemus Papam”. Pero no fue sólo eso lo impactante, sino quién era el elegido. Jorge Mario Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, se convirtió en el primer Papa latinoamericano y el primero en adoptar el nombre de Francisco. Un Papa que llegaba "del fin del mundo" y que desde el primer momento mostró una forma distinta de ejercer el ministerio petrino.
Orígenes
Nacido en Buenos Aires en 1936, hijo de inmigrantes italianos, Bergoglio creció en un ambiente sencillo. Antes de entrar al seminario, trabajó como técnico químico. Su vocación lo llevó a los jesuitas, donde su compromiso con la pobreza y la educación se consolidó. En 1998 fue nombrado arzobispo de Buenos Aires, y desde allí promovió una Iglesia cercana a los pobres y alejada de los privilegios.
Un pontificado marcado por la reforma y la cercanía
Desde el inicio de su pontificado, Francisco ha dejado claro que desea una “Iglesia en salida”, comprometida con los problemas del mundo. Ha impulsado reformas en la Curia Romana, una mayor transparencia financiera, y ha puesto énfasis en temas sociales como la migración, el cambio climático, y la pobreza.
Su encíclica Laudato si’ (2015) sobre el cuidado de la casa común fue un llamado sin precedentes a la conciencia ecológica mundial. Del mismo modo, Fratelli tutti (2020) profundizó en la necesidad de fraternidad y diálogo en un mundo fragmentado.
La misericordia como eje central
El Año Santo de la Misericordia (2015-2016) mostró el corazón de su pontificado: una Iglesia que no condena, sino que acoge. Francisco ha insistido en que el confesionario no debe ser “una sala de tortura”, sino un lugar de sanación.
Los desafíos: resistencias internas y tiempos difíciles
No todo ha sido fácil. Francisco ha enfrentado críticas dentro del mismo Vaticano. Su enfoque pastoral ha sido resistido por sectores más conservadores. Además, los escándalos de abusos sexuales han sido una constante sombra en su pontificado, a pesar de los esfuerzos por endurecer medidas y ofrecer justicia a las víctimas.
El Papa de los gestos
Rechazó vivir en el Palacio Apostólico, optando por una residencia más sencilla. Lava los pies de presos en Jueves Santo. Llama por teléfono a personas que le escriben. Francisco ha hecho del gesto cotidiano un lenguaje pastoral, generando cercanía y empatía.
Un legado en construcción
A sus 88 años (en 2025), el Papa Francisco continúa activo, viajando, hablando con firmeza ante líderes mundiales, y dialogando con otras religiones. Su pontificado ha abierto nuevas rutas para la Iglesia del siglo XXI, dejando una impronta que será estudiada y debatida por décadas.
Francisco no sólo ha sido un Papa para los católicos, sino una figura de relevancia global. Su mensaje de paz, justicia social y cuidado del planeta trasciende credos y fronteras. Desde el fin del mundo, ha sacudido los cimientos de una Iglesia milenaria para recordarle su misión original: estar cerca del que sufre.
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