Cultura

"Investigar mis raices fue un legado, no solo un trabajo cientifico": Entrevista con Celso Celestino Moro, autor de 'Mfufub Abá'

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El despertar de la conciencia fang

Por Joal Ondo 

A medio camino entre la espiritualidad, la antropología y la investigación histórica, se alza la figura de Celso Celestino Moro Mangue, sociólogo, teólogo, investigador y autor de Mfufub Abá, una monumental obra compuesta por 19 libros que reconstruyen desde la raíz la cosmovisión del pueblo fang. Un trabajo que trasciende la erudición académica para convertirse en una herramienta viva de identidad, memoria y orgullo.

Su camino no ha sido lineal. Estudió sociología primero, luego teología —motivado por una vocación religiosa temprana— y más tarde un máster en pedagogía y práctica religiosa. Aunque no fue su intención inicial, el ambiente universitario lo empujó a mirar más allá del dogma. Fue allí donde comenzaron las preguntas incómodas, las comparaciones inevitables entre la tradición judeocristiana y la sabiduría ancestral fang. Ese fue el inicio de una búsqueda que lo llevaría a recorrer 14 países en África y más allá, con un solo objetivo: rescatar el alma de su pueblo.

En Mfufub Abá, Celso recoge relatos que desafían la versión bíblica de la creación del mundo. Según la tradición fang, el universo fue creado por Nzama, una divinidad que no solo dio forma a las cosas, sino que constituyó al ser humano como ser espiritual, no simplemente como criatura. El hombre, en esta visión, no es una creación más, sino un reflejo viviente de la divinidad.

La entrevista se desarrolló  en el Centro Cultural Ecuatoguineano de Malabo el pasado 7 de julio. Nuestro entrevistado nos recibe con con un apretón de manos y nos invita a sentar.


DG24: Buenas tardes. Empezamos con una pregunta básica: ¿quién es Celso Celestino Moro Mangue?

Celso: Buenas tardes. Pues, soy Doctor en Antropología Física, licenciado en Ciencias Políticas y Sociología, licenciado en Ciencias Eclesiásticas, licenciado en Teología Exegética, licenciado en Antropología Social y Cultural. Tengo máster en Cooperación Internacional y Seguimiento de Proyectos, máster en Pedagogía y Didáctica Religiosa. Título internacional en Coaching Ejecutivo. Empecé estudiando Sociología, aunque desde niño tenía vocación religiosa. Eso me llevó a estudiar Teología en la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia. Los dominicos me animaron a continuar con una licenciatura en Teología, algo que no era mi intención inicial. Más adelante hice un máster en Pedagogía y Práctica Religiosa, aunque mi especialidad no era propiamente la religión. También recibí el estímulo de la escritora Melibea para hacer el doctorado. Aunque en el pasado inicié uno en Dirección Política, no lo continué, y preferí trabajar. El doctorado en Antropología Física me hizo hacer un cambio profundo, teniendo que estudiar biología, genética...etc.

DG24: Es curioso que alguien con vocación sacerdotal acabe investigando profundamente sobre la cultura fang. ¿Cómo surge esa transición?

Celso: Fue un proceso natural. En la universidad, cuando estudiaba Teología, solía cuestionar ciertos enfoques. Decía a algunos profesores: “Déjenme explicarlo como africano, como fang.” Había similitudes entre las tradiciones fang y las judías que no podían pasarse por alto. Fue esa inquietud la que me impulsó a investigar más sobre mis propias raíces. Volví a mi país y empecé a hacer trabajos con compañeros. Viajé por varias regiones africanas. Así encontré el tema de mi doctorado: el despertar de la conciencia nacional en el pueblo fang. Lo que empezó como una investigación se convirtió en un legado. Pero no fue fácil; los datos no siempre tienen continuidad, y el reto es dar forma a ese conocimiento para que sirva a futuros investigadores.

DG24: De hecho, el libro no es un simple manual. Está compuesto por 19 libros, lo cual es extraordinario.

Celso: Exacto. Cada uno de esos 19 libros podría considerarse una tesis por sí misma. El primero, Metarga, revela la cosmovisión fang sobre la creación del universo por Nzama. Explica cómo el ser humano fue tomando conciencia de su existencia, de su diferencia respecto a los animales, y plantea una visión más coherente para nosotros que el relato bíblico. Se habla de que la vida continúa en otro plano, de que la muerte no es el fin, sino un paso necesario para atravesar distancias que el cuerpo físico no podría recorrer.

DG24: En Mfufub Abá afirmas que Dios no creó al hombre, sino que lo constituyó. ¿Puedes explicar eso?

Celso: Sí. En la tradición fang, Dios crea plantas y animales, pero no “crea” al hombre. Lo constituye. Es decir, lo forma como algo especial. Por eso Afriri Kará prohibía a su hijo construir altares a Dios: porque el ser humano es el propio altar y el universo, su templo. Lo que debemos ofrecer a Dios no son cosas materiales, sino virtudes: justicia, pasión, amor al prójimo.


DG24: También afirmas que inicialmente Dios prohibió la construcción de templos, pero luego estos aparecen.

Celso: Así es. Al principio, Dios no quería templos porque el ser humano ya era templo viviente. Pero con el tiempo autorizó su construcción y explicó cómo debían ser: redondos, con tres anillos concéntricos. Uno servía para guardar objetos (lo que ahora llamaríamos oficinas), otro para los niños y la comunidad, y el central contenía la fuente del “agua viva”. No había más que tres velas encendidas, símbolo de la divinidad y de la conexión entre vivos y muertos.

DG24: ¿Y había sacerdotes?

Celso: Sí, pero no eran vitalicios. Eran elegidos por la Ngun, la asamblea de sabios, y podían renunciar. El sacerdocio no era una imposición, sino un servicio al que uno podía entrar y salir.

DG24: ¿Por qué se valora tanto al hombre casado en la cultura fang?

Celso: Porque el casado piensa antes de actuar. Tiene responsabilidades: esposa, hijos… Lo que decide no solo lo afecta a él, sino a su familia. Es alguien más reflexivo, más equilibrado.

DG24: ¿Cuántos hijos tuvo la pareja Afiri Kara y Nana Ngõ?

Celso: Afri - Kara y Nan Ngõ tuvieron siete hijos: Fang, Oka, Ayecab, Etón, Miendee, Bulu y Ntumu. Era una comunidad de 9 miembros por eso el número 9 es el número sagrado fang.

DG24: En el libro afirmas que el pueblo fang no es bantú.

Celso: Así es. El fang viene del norte, de Nubia. Convivió con pueblos bantúes, pero nunca fue bantú originariamente. Con el tiempo, se “bantuizó” por la convivencia, pero su origen es distinto.

DG24: ¿Y por qué también se le llama Ekang?

Celso: Los pueblos vecinos los llamaban así porque el fang no se mezclaba fácilmente y preservaba su identidad. Ekang significa “gente a la que se debe respeto”. Esa firmeza y ese respeto mutuo generaron ese apodo.

DG24: En la cosmovisión fang, no existen ideas como el fin del mundo o la figura de Satanás.

Celso: Exactamente. Este universo no va a destruirse. Si destruimos nuestro planeta, no significa que todo el universo desaparezca. Según Dios, lo que se construyó con violencia (derramando sangre) será destruido, pero lo que se hizo con esfuerzo, permanecerá.

DG24: En Mfufub Abá también haces eco de lo que afirma Cheick Anta Diop sobre los antiguos egipcios. O sea, que ésos fueron negros.

Celso: Sí, coincido plenamente. Los primeros egipcios eran negros. Hubo un lugar llamado Nchi, fundado por los fang para comerciar con gente de varios continentes. Un mercader llamado Mbareg (hombre negro) —casado con 16 esposas— quiso comprar esas tierras, pero los fang se lo prohibieron. Solo pudo acceder a ellas tras casarse con una mujer fang, ya que para nosotros, no tener una esposa fang es como no tener esposa. Mbareg hizo un pacto de no-agresión y fue fiel a él. Sin embargo, fue asesinado cuando quiso dejar su herencia a su hija, la primogénita con la joven fang. Todo eso lo relata el libro. Mbareg viene a ser el patriarca de los egipcios. Los negros egipcios de aquel tiempo se dejaron mezclar con la raza blanca.


DG24: ¿A cuántos lugares te llevó esta investigación?

Celso: Visité 14 países. En Egipto fue difícil, muchas cosas han sido borradas o cambiadas. Donde más aprendí fue con los pigmeos de Gabón. Están aislados, no quieren saber nada de la civilización. Conservan conocimientos ancestrales impresionantes.

DG24: Cuéntanos alguna anécdota de tu tiempo con ellos.

Celso: Una vez, volviendo del río con unos jóvenes, me pusieron al frente y me dijeron: “descubre el pueblo”. Yo no lo veía. Se reían. Luego me confesaron que lo habían “escondido”. ¡Ellos sabían ocultar su aldea a simple vista! También se comunicaban con animales imitando sonidos del bosque. Si necesitaban alimentarse, hablaban con los animales, y estos, según ellos, se ofrecían sin resistencia. Nunca vi una trampa. Esa relación con la naturaleza es profundamente espiritual.

DG24: Gracias, Celso, por esta apasionante conversación. Sin duda, tu libro Mfufub Abá marcará un antes y un después en los estudios sobre la cultura fang.

Celso: Gracias a vosotros. Ojalá sirva para inspirar a muchos más investigadores.


Por cierto, el autor de la obra Mfufub Abá nos regaló un ejemplar del libro. 

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